miércoles, 23 de marzo de 2011

Meditar

El Señor desea que nos ocupemos de las cosas de la tierra y las amemos correctamente. Pero una persona que ame "desordenadamente" las cosas de la tierra no deja lugar en su alma para el amor a Dios. Son incompatibles el apegamiento a los bienes y querer al Señor: No podéis servir a Dios y al dinero (Mt 6,24).
Las cosas pueden convertirse en atadura que impida alcanzar a Cristo. Y si no llegamos hasta El, ¿para qué sirve nuestra vida? Los bienes materiales son buenos porque son de Dios, pero solamente somos administradores de esos bienes durante un tiempo, por un plazo corto. Todo nos debe servir para amar a Dios, Creador y Padre y a los demás.
Si nos apegamos a las cosas, si no hacemos actos de desprendimiento efectivo de los bienes, éstos se convierten en males. Un ídolo ocupa entonces el lugar que sólo Dios debe ocupar.

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