viernes, 9 de diciembre de 2011

Inmaculada Concepción de la Virgen María


Hoy es el día grande para el Cielo y para la Tierra.

A la Virgen María, que ya había sido proclamada como Madre de Dios y como Virgen antes del parto, en el parto y después del parto, le faltaba todavía que le fuera engarzada en su corona refulgente, esta perla preciosísima de su CONCEPCIÓN INMACULADA.

Así lo defendían durante siglos tantos y tantos fervorosos santos y profundos teólogos.

La Virgen María estaba designada para ser la Madre del Redentor.



En vistas a ello fue "preservada de toda mancha de pecado antes de ser concebida en el seno de su madre". Esta verdad llegará a ser dogma definido, aunque ya hacía siglos que era verdad profesada por la mayor parte de la Cristiandad, el día 8 de diciembre de 1854, por la bula "INEFFABILIS DEUS" del Papa Pío IX. Este mismo Papa dijo en aquella ocasión: "la Virgen fue toda pura, toda sin mancha y como el ideal de toda pureza y hermosura; más hermosa que la hermosura, más bella que la belleza, más santa que la santidad y sola santa, y purísima en cuerpo y alma, la cual superó toda integridad y virginidad". En la BULA definió: "la doctrina que afirma que la Virgen, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de pecado de origen por una singularísima gracia y privilegio de la Omnipotencia Divina y en atención a los méritos del Redentor del género humano, es doctrina revelada y ha de ser así creída por los cristianos".

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