El cristiano está llamado hoy a vivir una FE "humilde", que mira a la tierra y se preocupa de mejorarla; una FE "lúcida", que es tolerante sin ser indiferente, comprometida sin ser fanática; una FE "firme" que no se disuelve en cualquier cosa; una FE "constante", que no adopta una postura cruzada, que no se avergüenza de presentarse en público y de actuar según las propias convicciones.
Todo esto ayudará a ser cada vez mejores cristiano.
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