Por los misioneros
Acudimos a ti, Madre de la Iglesia.
A ti que con tu fiat abriste la puerta
A la presencia de Cristo en el mundo,
En la historia y en las almas,
Acogiendo con humilde silencio
Y abandono total
La llamada del Altísimo.
Haz que muchos hombres y mujeres
Sepan percibir también hoy
Esta voz de tu Hijo:”Sígueme”.
Haz que encuentren la fuerza
De dejar a sus familias,
Sus ocupaciones y sus esperanzas terrenas
Y que sigan a Cristo por el camino que El ha señalado.
Extiende tu mano materna sobre los misioneros
Presentes por todo el mundo,
Sobre los religiosos y religiosas
Que asisten a los ancianos,
Enfermos, disminuidos y huérfanos;
Sobre todos los que están comprometidos en la enseñanza;
Sobre los miembros de los institutos seculares;
Fermentos silenciosos de obras buenas;
Sobre quienes en la clausura
Viven de fe y amor
Y oran por la salvación del mundo.
¡Amen!
Por Juan Pablo II
Acudimos a ti, Madre de la Iglesia.
A ti que con tu fiat abriste la puerta
A la presencia de Cristo en el mundo,
En la historia y en las almas,
Acogiendo con humilde silencio
Y abandono total
La llamada del Altísimo.
Haz que muchos hombres y mujeres
Sepan percibir también hoy
Esta voz de tu Hijo:”Sígueme”.
Haz que encuentren la fuerza
De dejar a sus familias,
Sus ocupaciones y sus esperanzas terrenas
Y que sigan a Cristo por el camino que El ha señalado.
Extiende tu mano materna sobre los misioneros
Presentes por todo el mundo,
Sobre los religiosos y religiosas
Que asisten a los ancianos,
Enfermos, disminuidos y huérfanos;
Sobre todos los que están comprometidos en la enseñanza;
Sobre los miembros de los institutos seculares;
Fermentos silenciosos de obras buenas;
Sobre quienes en la clausura
Viven de fe y amor
Y oran por la salvación del mundo.
¡Amen!
Por Juan Pablo II
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