El Papa Pio XI instituyó esta solemnidad con la Carta Encíclica Quas primas, y después del Vaticano II ha sido colocada el último domingo del Tiempo Ordinario, como final del año litúrgico, para expresar el sentido de consumación del plan de Dios que conlleva este título de Cristo por encima de torcidas interpretaciones político-religiosas.
Salvador y Rey.
Salvador y Rey.
Con la solemnidad de Jesucristo Rey se concluye el año litúrgico. Daniel habla del Hijo del Hombre que llega a ser Rey, y su poder es eterno (1º lectura). Jesús afirma ante Pilato su realeza, pero su Reino no es de este mundo (Evangelio).
Jesucristo es el testigo fiel y Príncipe de los reyes de esta tierra; ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes; a El la gloria y el poder por los siglos (2º lectura).
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