martes, 23 de febrero de 2010

Breves ideas para la reflexión

Con el Miércoles de Ceniza comenzamos un tiempo litúrgico y espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse para la celebración de los grandes misterios de nuestra salvación: La Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
La Cuaresma ha perdido, incluso entre muchos cristianos el verdadero sentido que debe tener y no se vive como tiempo fundamental de la vida cristiana, por eso debemos recuperar el sentido que debe tener.

La Cuaresma tiene que ser un tiempo de Conversión: "CONVERTÍOS Y CREED EN EL EVANGELIO" se nos dice al imponernos la ceniza; un tiempo de cambio en nuestra vida. Debemos luchar contra la vida rutinaria y perezosa, contra nuestra soberbia y egoísmo y contra todas las pasiones que dominan al hombre.
"Dar muerte al hombre viejo para que renazca en nosotros el hombre nuevo".

La Cuaresma tiene que ser también un tiempo de reconciliación con Dios y con los hombres.
La conversión, aunque debe ser interior, debe manifestarse con signos externos como pueden ser:
a. Actos de penitencia: La Iglesia nos manda vivir el ayuno (Miércoles de Ceniza y Viernes Santo) y la abstinencia (Miércoles de Ceniza y todos los demás viernes), pero no debemos conformarnos con el mínimo, máxime cuando nos cuesta poco el vivirlo, debemos abstenernos de algo que cueste: tabaco, Televisión, bebidas, caprichos, etc..., no por ahorrar, sino en beneficio de los demás, mediante la limosna penitencial. Si los atletas hacen grandes sacrificios en la comida, en el ejercicio, privándose de tantas cosas por conseguir un premio humano, cuánto más nosotros para conseguir la meta de nuestra santidad y, en definitiva, la salvación.
b. Actos de culto y oración: Durante la Cuaresma debemos intensificar más nuestra vida de oración. Participar en la Santa Misa no solamente los días festivos; acercarnos con más frecuencia al Sacramento de la Confesión; dedicar algún tiempo a la oración personal...
c. Actos de vida: Dando un testimonio de vida cristiana en la familia, en las relaciones de amistad, en el trabajo...
Los 40 días de la Cuaresma nos recuerdan los 40 días que Jesús pasó ayunando en el Desierto.

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